museo8bits
Publicado: 14 Feb 2024, 05:59
Miguel Durán ha sido una persona sabia, entusiasta y competente. Miguel fue durante muchos años museo8bits en IRC y en varios foros, fue uno de los fundadores de ACHOCA y con su página web El Museo de los 8 Bits consiguió que a muchos nos atrajera eso de preservar, destripar, investigar, reparar y coleccionar ordenadores viejos.
Sucede que decir de Miguel que era sabio, inquieto, entusiasta y competente no es suficiente, se queda corto, aunque esos eran los primeros calificativos que a uno le vienen a la cabeza para definirle, lo que saltaba a la vista; voy a intentar desarrollar esta idea. Como llevaba leyendo sobre tecnología informática desde joven, investigando y acumulando cacharros, el conocimiento de Miguel era tan vasto que a veces podía resultar apabullante. Cuando le conocí, hace más de veinte años, hubo momentos en que me llegó a parecer seco y cortante, como lo son algunos profesores universitarios que llevan décadas repitiendo lo mismo y que a veces se sienten cuestionados por los alumnos, o sienten que su autoridad se pone en entredicho. Esto es lo peor que puedo decir de Miguel, mientras que, insisto, calificarle como sabio, inquieto y competente es quedarse en la superficie.
Cuando le conocías, te dabas cuenta de que además era un tío muy honesto, generoso y humano. Que tenía una fuerte sensibilidad por los problemas de los demás (como solía demostrar en su perfil de Facebook), pero que además se preocupaba por ayudar a los demás a diario. Durante años intentó poner sentido en la edición en castellano de la Wikipedia, dedicando cientos de horas a volcar su saber en muchos artículos técnicos; siempre le encontrabas dispuesto para echar una mano prestándote una disquetera Cumana para reparar la tuya, escaneando el manual perdido de una aplicación de lo más oscuro, cediéndote un monitor de Exeltel para una feria, buscando un artículo con algún dato que necesitabas en un número de 1983 de la revista Chip Micros, artículo cuyo texto recordaba de principio a fin como si lo hubiera leído ayer. A Miguel, a nivel macro, le preocupaba el sufrimiento de los demás, los problemas del mundo, y a nivel personal, a nivel micro, manifestaba esa solidaridad ayudando y regalando su tiempo (y, a veces, sus chismes) a quien lo necesitara.
Somos muchos los que hemos sentido el fallecimiento de Miguel a última hora de la tarde de ayer. Y hablo no solo por los que le conocíamos a través de la afición retroinformática, sino también por los que han tenido relación con él a través de vínculos familiares y afectivos. Mi pareja o mi madre, a las que no les interesan los ordenadores antiguos lo más mínimo, se han quedado muy muy tristes, porque le conocían y habían percibido cómo era. Y los que le teníamos como amigo, más tristes aún, nos deja muy jodidos.
Un abrazo muy fuerte a su familia, y sobre todo a Marimar.
Sucede que decir de Miguel que era sabio, inquieto, entusiasta y competente no es suficiente, se queda corto, aunque esos eran los primeros calificativos que a uno le vienen a la cabeza para definirle, lo que saltaba a la vista; voy a intentar desarrollar esta idea. Como llevaba leyendo sobre tecnología informática desde joven, investigando y acumulando cacharros, el conocimiento de Miguel era tan vasto que a veces podía resultar apabullante. Cuando le conocí, hace más de veinte años, hubo momentos en que me llegó a parecer seco y cortante, como lo son algunos profesores universitarios que llevan décadas repitiendo lo mismo y que a veces se sienten cuestionados por los alumnos, o sienten que su autoridad se pone en entredicho. Esto es lo peor que puedo decir de Miguel, mientras que, insisto, calificarle como sabio, inquieto y competente es quedarse en la superficie.
Cuando le conocías, te dabas cuenta de que además era un tío muy honesto, generoso y humano. Que tenía una fuerte sensibilidad por los problemas de los demás (como solía demostrar en su perfil de Facebook), pero que además se preocupaba por ayudar a los demás a diario. Durante años intentó poner sentido en la edición en castellano de la Wikipedia, dedicando cientos de horas a volcar su saber en muchos artículos técnicos; siempre le encontrabas dispuesto para echar una mano prestándote una disquetera Cumana para reparar la tuya, escaneando el manual perdido de una aplicación de lo más oscuro, cediéndote un monitor de Exeltel para una feria, buscando un artículo con algún dato que necesitabas en un número de 1983 de la revista Chip Micros, artículo cuyo texto recordaba de principio a fin como si lo hubiera leído ayer. A Miguel, a nivel macro, le preocupaba el sufrimiento de los demás, los problemas del mundo, y a nivel personal, a nivel micro, manifestaba esa solidaridad ayudando y regalando su tiempo (y, a veces, sus chismes) a quien lo necesitara.
Somos muchos los que hemos sentido el fallecimiento de Miguel a última hora de la tarde de ayer. Y hablo no solo por los que le conocíamos a través de la afición retroinformática, sino también por los que han tenido relación con él a través de vínculos familiares y afectivos. Mi pareja o mi madre, a las que no les interesan los ordenadores antiguos lo más mínimo, se han quedado muy muy tristes, porque le conocían y habían percibido cómo era. Y los que le teníamos como amigo, más tristes aún, nos deja muy jodidos.
Un abrazo muy fuerte a su familia, y sobre todo a Marimar.